jueves, 8 de marzo de 2012

LO QUE SE BUSCA

Lo que se busca
ALEJANDRO MORENO
ciporama@gmail.com

C osecha caraqueña de este noviembre: primer fin de semana, 40 víctimas de asesinato (hace un año, 50); segunda semana: 44 (24 un año antes); tercera: 72 (48 la de 2010); cuarta semana: 65 (el año pasado, 33). Buena cosecha. Hemos crecido en 30%. Eso sin contar los muertos de cada día.

Con este optimista panorama de fondo, y precisamente sobre la inseguridad, el Presidente de nuestra República, dicen que muy enfático ­es lo suyo­ declaró: "Yo lo primero que busco aquí es la opinión del pueblo y cómo va evolucionando en la percepción pública a pesar de que está influida por las campañas mediáticas de la burguesía". Dicho así, lo primero es lo que importa, lo que prima sobre todo lo que viene después que es segundo y, por ende, secundario. Opinión y percepción son, pues, lo importante. Esto es, la mente de la gente, no su realidad material: su vida, los malandros entre los que no tiene más remedio que vivir, los cadáveres de sus hijos, sus hermanos, sus padres, sus amigos, acribillados con un sinnúmero de tiros. Todo esto segundo; o secundario.

Por los mismos días y con el mismo panorama de fondo, el inefable anterior alcalde de la ciudad y hoy diputado asegura que con la ley del desarme "vamos a derrotar los índices de criminalidad".

Los índices, esto es, números, guarismos, gráficos, cuadros estadísticos. Ideas, imágenes, figuras o "palabras, palabras, palabras" que diría Hamlet.

¿Oficinas, escritorios, papeles, pantallas de computadora? Burocracia presidencial y parlamentaria. ¿No salen de ahí? ¿No huelen los muertos? ¿No ven sangre en el asfalto? ¿No escuchan el llanto? ¿No les estremece el temblor del miedo? ¡Ni siquiera cuando les llega! No, esto no es retórica para impresionar. Es realidad material, pesadamente material, dolor de cuerpos y de entrañas, sufrir de madres manchadas con sangre de hijos nacidos de sus cuerpos hechos de muy biológica materia. Y no soy materialista, pero creo en el Dios que porque cree en mí se hizo de nuestra materia y, así, ser connosotros y nacer y vivir y morir aquí para que amemos a las personas reales, con hechos que nos comprometan y no a sus simples figuras, representaciones e imágenes.

¿Pero, por qué la idea, la opinión, la percepción y no la vida material concreta de la gente? Porque la materia que importa no es la vida de los hombres sino el dominio sobre ellos y éste se hace eficaz cuando clava su impronta en lo más íntimo del ánimo. Estos libertadores muestran no creer en la libertad de los hombres y menos si estos pertenecen al pueblo. Creen en cambio firmemente en la eficacia de la manipulación, de la seducción ideológica, afectiva e imaginaria si quien tiene el poder y los medios los sabe poner en funcionamiento. Por eso tanto interés en la tecnología comunicacional. No para comunicar sino para embridar los pensamientos, sentimientos, actitudes y disposiciones del pueblo con las riendas del poder dominante y dominador mediante la ficción de la realidad implantada en las mentes con los medios técnicos que ellos suponen infaliblemente eficaces. Quizás, como increyentes en la interioridad y profundidad del hombre, piensan que éste es pura superficie o, como diría Locke, una tabula rasa, una pasiva página en blanco sobre la cual el que tiene la pluma en su mano puede escribir lo que quiera seguro de que en ella quedará fijado.

La ficción y el fingimiento, una de las peores violencias, pueden dominar muchas conciencias pero la realidad vivida trágicamente cada día emergerá como verdad poderosamente irresistible y arrojará a la basura el embuste junto con los embusteros.

Ojalá sea una verdad que nos haga pacíficamente libres.

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