viernes, 12 de agosto de 2011

Lo carcelario de la cárcel


Lo carcelario de la cárcel
Alejandro Moreno

Me he detenido brevemente sobre algunas fotografías aparecidas en Internet de la cárcel de Breivik en la que va a ser internado el asesino de Oslo: luz, limpieza, computadoras para uso del interno, amplios espacios, celdas casi como cuartos de hotel cinco estrellas, amplios ventanales sin rejas, cancha de basket cubierta y seguramente climatizada dado el frío del país, y no pare de contar porque hay más. Parece que en Noruega el petróleo, porque es país petrolero, no da sólo para que sus habitantes tengan “la mayor suma de felicidad posible” sino también para que de ella participen los presos. Y no tiene las mayores reservas del mundo.
Vengamos a Venezuela. “Estamos dispuestos  a pagar nuestra condena, pero no como animales indeseables sino como seres humanos que es lo que somos. Desde hace tiempo nos tienen encerrados en calabozos de 2x2 metros, en los que también hay 6, 7 y hasta 8 reclusos”. Esto dicen el pasado 28 de julio los presos de Barinas. Agregan los reporteros: “esta situación se empeora al no contar con servicios básicos como agua y electricidad”.
Sujetos ahora de nuestro estudio: Ulises: “Allá  en la cárcel hay una vaina que se llaman las tumbas. Es un calabozo como el tamaño de ese mueble  Ahí es donde meten cuando tú te portas mal. Es como que si tú estuvieras muerto. De ahí no te saca nadie. Te pasan la comida; pero son 8 días ahí acalambrado, que tú no te puedes mover. Te empujan así, con el pie y si tú quedaste con la cabeza p’allá es con la cabeza p’allá que vas a estar; tú no te puedes mover. Nada más es unas rejitas así, por donde ves p’afuera. Ahí la vida de uno es como decí  la vida de un cochino chico, cuando te engolde te matamo y ya”. Alberto: “Comeme un poco‘e gusanos porque prácticamente uno come es gusano allá dentro. ¿Tú sabes lo que es comé gusano así…? No gusano, porque eso es mentira, sino comé arepa con gusanos; hallaquita y huevo frito con gusanos; sardina con gusanos; la comida podría así que…”. Nelson: “No era que tú llegabas y te daban una litera. No. Tú llegabas durmiendo en el piso. Entonces, pa una cama te la daban después, o tú te la ganabas o tenías que entrá a chuzo con alguien pa quitásela, o que mataran a un güevón de ahí y tú te acostabas en esa cama. ¿Entiendes?” Alfredo: “El desahogo de... las aguas negras. Se hacía una piscina, como estilo de una piscina, porque no había desahogo. Entonces, como estaban tapadas, se hacía... y ahí nos metían. A da vueltas ¡y a punta e plan, pues!”.
¿Qué habrá de ser lo carcelario, la estructura y los fines, de la cárcel?
Los noruegos no han eliminado las cárceles pero es evidente que la de Breivik no está pensada para castigar, torturar, humillar o hacer “pagar” unos crímenes que nadie puede pagar, si a eso vamos, ni con la vida ni con la muerte. El crimen es impagable. ¿Con qué estructura mental, con cuáles sentimientos profundos, con qué proyecto de voluntad, está pensada, sentida y querida la cárcel venezolana? La de hace doce años y la de esta última docena. Ni en Noruega ni en Venezuela se puede ser optimista, tal como está la criminalística hoy, sobre las posibilidades de recuperación de los criminales más empedernidos. Habrá que controlarlos para que no sigan dañando a otras personas y hasta encerrarlos mientras no aparezcan otras soluciones, no descargar simplemente sobre ellos la brutal venganza de instituciones y conductas tan asesinas como las suyas. ¿De qué humanización se hablará, de la que pone en práctica la faceta más negativa de lo humano o de la que en los hechos centra el énfasis en la plena dignidad de toda persona por ser persona y no por lo positivo o negativo de sus actos?

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