martes, 12 de julio de 2011

Los matagente


Los matagente

Alejandro Moreno

La escena es en el barrio. Algo de parrilla, yuca y más de cerveza. Los que juegan dominó se dicen por lo bajo: “cuidao, vienen los matagente”, y pasan unos efectivos de la Guardia Nacional. Hasta ahora los habíamos conocido como matraqueros, abusadores y prepotentes, pero eso de matagente es nuevo. Viene después de El Rodeo. ¿Quién no tiene un conocido en alguna cárcel? Con tantos celulares, las noticias corren, serpentean, vuelan. Y llegan. Llegan a donde quieren llegar, a los oídos de nuestra gente sordos para las otras, las oficiales. Sean totalmente verdaderas o sólo un poco o quizás nada, aquellas son las creíbles y las creídas. Así, forman pensamiento. Los propios matagente son los malandros estructurales, los que “salen a matar”. Algunos están dentro, no todos ni mucho menos, enfrentados a los otros, los ahora llamados de ese modo por la gente y que están fuera. Guerra entre matagentes, dirán en los callejones.

Almas buenas, aterradas por lo que nuestro estudio muestra sobre el violento estructural, me preguntan si con ellos nada se puede hacer, si lo que queda es eliminarlos. Digo que no, que, aunque dan pocas esperanzas de recuperación, la capacidad de cambio en el hombre es ilimitada y en ella hemos de confiar. En el poder de Dios también pero está voluntariamente limitado por la libertad humana. Sin embargo, la sociedad y el ciudadano no han de ser ingenuos y desprevenidos; el delincuente peligroso tiene que ser puesto en condiciones de no poder producir daño. Con todo y su criminalidad, no pierde sus derechos humanos fundamentales. Nunca una persona deja de ser humana. Ningún hombre puede ser tratado como otra cosa que hombre.

Pero hay otros muchos matagente. Estos de pensamiento, palabra, deseo e intención, o sea, como se suele decir, de mentalidad. No llegan ni piensan llegar al acto, pero… A demasiadas personas, almas buenas, repito, incapaces de hacer mal a nadie, pero sí de pensarlo, populares unas, con formación universitaria otras,  muy religiosas también algunas, hemos oído decir, ante los acontecimientos de El Rodeo: “se lo tienen merecido, que los maten, ellos no han respetado los derechos humanos de sus víctimas”. Si se hiciera una encuesta, el porcentaje de quienes optarían por la pena muerte, me temo que sería muy alto. Matagente de mentalidad. Mentalidad de matagente. Podrá explicarse por reacción ante la impunidad del crimen y la inseguridad que nos mantiene en ascuas, pero el hecho es que la sociedad “bienpensante” se está volviendo malpensante, cargándose con pensamientos de muerte.

Se empieza a relativizar la vida de los hombres. El valor de la vida humana es un absoluto. Nadie merece que se la quiten. Por otra parte, si se le da el derecho a cualquier poder para decidir sobre la vida de alguien, cuando quiera podrá hacerlo sobre la nuestra. Relativizar la vida de un solo hombre es abrir la puerta a la peor tiranía, a cualquier dictadura. Cierto, el criminal viola ese valor en su víctima. Eso no argumenta contra la suya. Por ello está en la cárcel, en ese “cementerio de hombres vivos”, el nombre que le dan. Por lo menos el que está. Así, se encuentra controlado y pagando por su crimen. Si el Estado y sus organismos no respetan la vida de quien sea, se vuelven tan criminales como cualquier otro asesino. Por eso se les exige que respeten en todos los derechos de la persona. No podríamos vivir en un Estado criminal. ¿Y en una sociedad de matagentes, unos que lo hacen y otros que lo piensan y fantasean?
¡Cuidado con los malos pensamientos, no sea que se salgan! Del corazón del hombre salen “inmoralidades, robos, homicidios”, como dice el Evangelio (Mc. 7,21-23).


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